Cristina Grande en Pina de Ebro |
firmando en Pina de Ebro |
Desde Utebo hasta Pina de Ebro, pasando por Nuez de Ebro, me he reafirmado en la creencia de que la hospitalidad y la llaneza habitan a la orilla de los grandes ríos. He participado con ilusión, durante el mes de mayo, en el programa de animación a la lectura de la DPZ. Las bibliotecas municipales representan para mi algo así como santuarios donde mantenerse a salvo de la barbarie y de la sinrazón. Y las bibliotecarias (Laura, Ester, Ana...) serían sacerdotisas jóvenes a las que admirar sin reparos. Rodearse de libros es como construir un blindaje contra los rayos nocivos del exterior. José María Bardavío, mi profesor de Literatura Norteamericana hace muchos años, diría que es una regresión al útero materno, un lugar donde sentirnos seguros. El libro electrónico no puede cumplir la misma función, comentamos en la biblioteca de Nuez de Ebro. Pero ya no podríamos vivir sin nuestro portátil y sin nuestro móvil, esa es la verdad. Me ponen en un aprieto cuando me piden que les recomiende algún libro. Pienso en alguna de mis lecturas de los últimos meses: "Todas las miradas del mundo" de Miguel Mena; "El matrimonio de los peces rojos" de Guadalupe Nettel; "Los castellanos" de Jordi Puntí; "Di su nombre" de Francisco Goldman; "La misma ciudad" de Luisgé Martín; "Mi vida querida" de Alice Munro... Aunque lo mejor es darse una vuelta por la feria del libro y dejarse seducir. Cada lector encontrará lo que busca. Como dijo Guillermo Fatás en el pregón de la feria: "sirviendo al libro, se sirve a la sociedad entera"
Cristina Grande
(Artículo publicado en Heraldo de Aragón el 4 de junio de 2013)
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